La Virgen de Guadalupe
El enigma de la Virgen de Guadalupe es una narración bellísima, que nos sitúa en un momento muy particular de la historia de México.
Cuenta la vieja historia náhuatl que, casi cuarenta años después de la llegada de Colón a América, es decir, en 1531, se le apareció una niña luminosa al indio Juan Diego, que era un campesino de pueblo, en este caso, de Cuautitlán.
Esta niña luminosa se le aparición a Juan Diego un total de cinco veces, le dijo que le avisara al obispo fray Juan de Zumárraga que hiciera un templo en su honor y que debería erigir el templo con dedicación al nombre «Coatlaxopeuh».
El obispo, al oír a Juan Diego, le pidió pruebas de la aparición, entonces, el indio desplegó su capote, dejando caer unas rosas y la figura de la niña, pintada, según los relatos, «por manos no humanas».
A los 14 días, se erigió una ermita muy humilde de adobe, en 1662 se construyó un templo y en 1709 se inauguró la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en donde, en el centro del bellísimo altar (elaborado por Manuel Tolsá), está la tela del indio Juan Diego, aunque, al parecer, la de la basílica es una muy buena copia, porque la original está guardada y protegida del deterioro.
Luego, en los años 20 del siglo pasado, se comunicó que en un ojo de la imagen había un hombre de barba y las altas esferas ordenaron guardar silencio, hasta que, en 1951, se hicieron nuevas fotos y se descubrieron muchas otras cosas por parte de especialistas y científicos.
¿Qué podemos analizar de lo anterior?
Que el cerro donde apareció la niña luminosa es de Tepeyac, consagrado antiguamente por los aztecas a la madre Tonantzin, o Cihuacóatl, denominaciones correspondientes a la Divina Madre en el México prehispánico.
Que el nombre original no estaba asociado a Guadalupe, sino que es el nombre que ahora reconocemos por el parecido a Coatlaxopeuh, que significa «la que superó o derrocó a la serpiente», frase de gran valor oculto y de gran significado místico.
Que en esa época era casi imposible conseguir rosas en México.
Que la imagen presentada en el capote de Juan Diego es tan perfecta, que no pudo haber sido producida por él o sus allegados.
Sobre este tema hay mucho más por contar, pero solo estos detalles nos abren una puerta a lo maravilloso que es el misterio de la Virgen de Guadalupe.