La simbología de la Navidad

La celebración de Navidad tiene un enorme vínculo con el recorrido del Sol: es uno de los más bellos símbolos de la luz en la verdad espiritual más grande del mundo.

Los símbolos de la Navidad muestran una clara idea sobre la llegada de un alma gigante de otros universos a nuestro planeta. Cristo viene de mundos celestiales de evolución indescriptible, mundos donde existe la tradición de dividir el círculo de observación de estrellas de 12 partes de 30 grados cada uno, tradición extraterrestre que encaja perfectamente en el engranaje de algo exclusivo de nuestro planeta: la inclinación de los giros que produce las estaciones.

Cristo nació cerca a la noche más larga, cuando el Sol se encuentra más lejos de la Tierra. En la memoria simbólica y colectiva se ha querido celebrar el nacimiento del ser más grande en esta fecha, que personifica la oscuridad más profunda y donde su nacimiento, en una caverna simbólica, representa la luz y cómo tras su llegada los días se llenan de luz y comienzan a ser más largos. La luz nace y crece.

Pero la bellísima coincidencia de estas simbologías no acaba allí: en el día del nacimiento de Jesús aparece la constelación de Virgo que es representación de la Virgen María.

En todo el horizonte se extiende esta nueva constelación y en uno de sus extremos se puede ver un rasgo lindísimo: una letra M. Esta letra se puede observar en el día de la Navidad como si la Virgen firmara en el cielo el misterio de la llegada del Señor con una M de María o de Myriam, como se dice en hebreo.

Seres gigantes de otros mundos llegaron hace siglos para quedarse para siempre en nuestros corazones.

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