La Navidad: significado esotérico

Navidad es el acontecimiento más grande de la vida espiritual, es el registro anual que hace toda la humanidad del nacimiento de Cristo. En este punto, necesariamente debemos hacer una diferenciación entre el Cristo histórico y el Cristo espiritual.

El Cristo histórico nació hace más de dos mil años, en Belén de Judea, y su nacimiento ocurrió en circunstancias especiales que coinciden con otras presentes en el advenimiento de otros seres iluminados.

Estas circunstancias especiales son el hecho de que Nuestro Señor Jesucristo nació de una virgen y su nacimiento ocurrió cerca a la fecha del solsticio de invierno.

Si observamos el cielo en la fecha de Navidad, en el hemisferio astrológico del norte, vemos que en ese día se hace visible la constelación de Virgo, en el extremo del cielo visible, donde parecen unirse el Cielo y la Tierra. La presencia de esta constelación se relaciona totalmente con la Virgen María y, en general, representa el alma humana.

Esta particularidad sucede por el movimiento de nuestro planeta frente al Sol y al resto de astros del firmamento. Hay puntos en ciertos días del año que indican la máxima cercanía o el máximo alejamiento del Sol, en particular, el 21 de diciembre, cuando se aleja más del hemisferio norte y el día es conocido como solsticio de invierno. Recordemos que el invierno es una época de observación, de quietud, de trabajo duro con el espíritu, de reflexión y de culminación de los trabajos antes preparados.

Por eso, Cristo nació en pleno solsticio, luego de preparar todas las condiciones para que sucediera este gran acontecimiento, además, nació bajo el signo del cabro –que se relaciona con la lucha a muerte contra las fuerzas del mal y los errores sicológicos– y también con el cordero, que es símbolo del amor, de la libertad y del sacrificio.

Capricornio es el signo del anciano asceta que medita en una cueva sobre el desarrollo humano, es el signo de la gruta y la decisión definitiva de trabajar con los misterios de la naturaleza. Por eso, el Niño Dios nació de una virgen, en una gruta o establo, dispuesto a trabajar con los misterios de la naturaleza.

Cerca de él había dos animales, uno de ellos, un borrico, que representa la mente, y no solo en este caso: en todas las alegorías y sucesos históricos, el burro representa la mente. Recordemos al mismo Jesús el Día de Ramos entrando a un poblado, montado en un jumento: esto significa que es un Cristo, que su mente es totalmente iluminada y perfecta, que ya tiene dominio total sobre la mente.

El otro animal que lo acompaña en su nacimiento es el buey y en todas las culturas representa la semilla, o la fuerza no elaborada o transformada, también equivale al mundo de los sentidos. Estos dos animales refuerzan la formación de Jesús y ayudan en su iluminación.

La gruta donde nació Jesús tiene otros significados: representa los cuerpos inferiores –más que todo el cuerpo físico–, es el sitio que carece de cosas suntuosas e innecesarias, allí lo que impera es la reflexión, la meditación y la sagrada misión de protección hacia ese Cristo que acaba de nacer, que tiene que crecer y dominar la muerte.

Finalmente, la estrella que guía a los Reyes Magos, y que brilla como ninguna otra, es parte fundamental del significado esotérico de la Natividad, porque representa la iluminación, la iniciación en los misterios mayores de la evolución, la santificación, la conquista de la inmortalidad, algo que nos recuerda permanentemente que no moriremos jamás, porque hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios inmortal, con la materia incorruptible de las estrellas.

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