El cosmos, sus galaxias y antigüedad
Hablar del cosmos es hablar del cuerpo de Dios, jamás el ser humano podrá entender a cabalidad esta maravilla, ni abarcar con su mente sus características y dimensiones.
Hablar del cosmos es hablar del cuerpo de Dios, jamás el ser humano podrá entender a cabalidad esta maravilla, ni abarcar con su mente sus características y dimensiones.
Una de las preguntas más frecuentes que se hace la gente sobre el universo es su edad, y muchos científicos han intentado datarlo, hablando de millones de millones de años. Pero, realmente, hablar de una edad del universo es absurdo. Si hablamos del big bang, nos preguntamos qué había antes. Aunque los cálculos matemáticos se han hecho con base en observaciones e investigaciones muy serias, las teorías simplemente no aplican para todos los elementos.
Los científicos hablan de un universo donde inicialmente había una temperatura de un billón de grados, que llevó a una gran explosión. Dicen que desde entonces el universo se ha ido enfriando y expandiéndose lentamente.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos fijar nuestra mirada en los vedas, donde se habla de las respiraciones de Brahma, medidas en pralayas y mahanvantaras, cálculos en millones de años que no por coincidencia concuerdan con los del big bang.
Las narraciones hindúes son más profundas, no solo nos hablan de la respiración de Brahma, sino también de los “seres de las naves garudas, que vienen migrando desde espacios recónditos en los que sucede otra respiración de Brahma, y ellos son de superioridad infinita, han perdido la memoria y la han recuperado nuevamente cientos de veces”.
Los textos hindúes dicen también que “Brahma es una manifestación divina que pertenece a un poro diminuto de un Brahma más grande. En el cosmos, ese Brahma gigante forma parte de un poro del gran cuerpo de Narada, y la totalidad de Narada es un solo poro de la imagen sideral de Vishnú que tiene en su dedo índice derecho un disco que contiene todos los planetas celestiales. Este disco es el Sudar San Chakra, Vishnú flota en el espacio, comunicado en el corazón con cada partícula de polvo. Tal es su poder y existen tantas imágenes de Vishnú en los distintos planos de conciencia, que ni la misma mente de los budas pueden medir sus réplicas y sus manifestaciones son infinitas”.
Es entonces que miramos el universo y sus dimensiones y quedamos anonadados. Si observamos, por ejemplo, la imagen de la galaxia del Sombrero, que está a 30 millones de años luz de nosotros y que tiene un hoyo negro en el centro, podemos recordar otras historias vedas. O si vemos la nebulosa del Rosetón, que parece una pupila gigantesca, es absolutamente bellísima.
Otra de las preguntas más populares acerca del universo es sobre su posible peso, pero intentar definir esta medida es tan absurdo como calcular su edad. El universo es infinito e incalculable, lleno de un sinnúmero de galaxias. A comparación de algunas de estas galaxias gigantescas, la nuestra, la Vía Láctea, parece muy pequeña, aun cuando tiene 200.000 millones de estrellas y un diámetro de 100.000 años luz.
Cerca de nuestra galaxia se encuentra una nebulosa bellísima, la nebulosa de la Hélice, que en su centro tiene un enorme hueco. Tanto los mayas en Yucatán como los egipcios de la isla Elefantina hablaron de este cuerpo cósmico, diciendo que el hueco era en realidad una gran puerta para acceder a otros mundos. En ambos casos hablan además de cómo la luz debía evolucionar para dar paso a la entrada: “un mundo tenía que ser sacrificado para que se manifestara la entrada a los cielos”. Maravillosamente, este relato concuerda con los estudios científicos de la nebulosa de la Hélice, donde se ha comprobado que el hueco es producto de la explosión de una estrella enorme.
En los códices, piedras e inscripciones antiguas se nombran otras nebulosas, como la de Orión, de donde provienen los discos de los dioses que aparecen en las pirámides egipcias, o las dos galaxias que giran alrededor de Andrómeda, una de las cuales es nombrada en el Dendera como origen de las naves que llegaron a las entradas de la Tierra.
Realmente no podemos concebir la magnitud o edad del universo, porque precisamente siempre va a haber un antes y un después. El cosmos está vivo, y es un lugar donde estrellas, nebulosas y galaxias nacen y mueren. El universo no tiene límites o fines, el universo es el cuerpo de Dios y nosotros estamos conectados al mismo en el centro corazón, unidos a las galaxias, a las estrellas, a las plantas, las células y los átomos.