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La maravilla de la gente mayor

Posted on11/06/2020 by

Nuestros adultos mayores son realmente adultos grandes: grandes en experiencia, en memoria, en ternura y en el símbolo de ser el remanente de una cultura sana que desaparece a pasos agigantados.

Porque los adultos mayores de hoy, que son niños de 80 o 90 años, que se sorprenden de manera genuina, son y serán muy distintos de los adultos mayores del año 2080. Aún los tiempos no son tan acelerados y se nota en nuestra gente mayor.

Cuando hablamos de gente mayor, nos acordamos de la maravillosa cultura cheyenne y de los pawne en Norteamérica, la raza roja autóctona del norte, que ocupó esas tierras antes de la llegada de los ingleses, holandeses, franceses y españoles.

Ellos tenían un tesoro que resguardaban celosamente: su gente mayor. Los ancianos de la comunidad eran sagrados: mientras que los jóvenes administraban, hacían, planeaban, organizaban, desarrollaban en la sociedad; los ancianos eran quienes determinaban, daban la guía, la estructura y la dirección.

Cuando acaecía una guerra o una catástrofe, ellos pensaban primero en su tesoro: «qué vamos a hacer para salvar a la gente grande», porque, desde sus orígenes, los adultos mayores eran el reservorio de la memoria y de la representación del Ser. Eran tan sagrados los mayores, que para los indígenas apaches atapascanos un anciano estaba considerado como personaje de buen augurio.

En mitos bellísimos, como ‘El portador de las nubes’ y ‘La gente de las estrellas’ o ‘El país de las estrellas’, vemos la importancia enorme de la gente mayor, quienes eran cuidados, reverenciados y muy activos dentro de la comunidad.

Para los adultos mayores de nuestra generación, esa falta de actividad y cuidado es lo que realmente comienza a envejecer la mente y el cuerpo. Es impresionante ver personas de 60 años muy deterioradas, mientras hay quienes, de casi 100, que se les ve activos y con gran vitalidad. Estas últimas, son personas que se han mantenido activas, trabajando por el bien de la comunidad y su cuerpo y mente reaccionan acordes.

Aunque para nuestra civilización no son tan importantes los adultos mayores, en el alma sí lo son: los años son sagrados en la profundidad espiritual, los años son sagrados en la experiencia de las encarnaciones.

Y es que parte del camino de la evolución tiene el requisito y la condición de la ayuda, pero esa ayuda es en actitud y en cambio mental, es en dar sin esperar la retribución, es en esa ayuda que regalamos en el anonimato en la que es más importante la solución que el protagonismo.

Recordemos que somos una ventana de manifestación del Ser, una luz del Altísimo que se expande cada día más, una energía que protege con prioridad la tranquilidad de la gente grande y la risa de los niños.

 


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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