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Esferas caídas del cielo y el gran vórtice de la tierra

Publicado en28/09/2018

Durante muchos años, nuestra civilización ha experimentado un fenómeno que aún no se ha explicado: la caída de esferas metálicas desde el cielo, sin razón aparente.

Durante muchos años, nuestra civilización ha experimentado un fenómeno que aún no se ha explicado: la caída de esferas metálicas desde el cielo, sin razón aparente.

Estos sorprendentes objetos, diferentes en materiales y en tecnología, son un absoluto misterio para nuestra humanidad. Inicialmente se pensó que eran satélites de otros países, pero, al hacer las pruebas necesarias, se identificó que sus metales y otros compuestos no eran de este mundo. Son, además, esferas perfectas, selladas herméticamente y de color rojo. Una gran cantidad de ellas ha caído en la región de Siberia, al norte de Asia.

Muchos de los objetos caídos han terminado en manos de grandes genios, que se han atrevido a decir que son de origen alienígena, pero muchas otras esferas han desaparecido o han sido guardadas por personas que no saben qué tienen en sus manos.

Aquellos que realmente conocen sobre artefactos llegados del cielo, afirman que las esferas son “ojos inteligentes de reconocimiento”, pequeñas máquinas no tripuladas y alimentadas por radiación, sumamente sofisticadas, con una estructura de tejidos vivos, de tecnología ultramicroscópica y con gran capacidad de almacenamiento de información. Son artefactos de materiales similares a los tejidos celulares, pero con la rigidez de un metal. En definitiva, un concepto que se sale de nuestro entendimiento.

Estas esferas son las que hacen los diseños en los campos de cereal.

Ahora bien, algunos se preguntan por qué tantas de estas esferas han caído en Siberia y no en otra parte del mundo. Siberia, que abarca toda la parte norte de Asia, es un terreno gigantesco y muy poco habitado, debido a sus extremas temperaturas heladas, y es un sitio muy especial en términos de presencia extraterrestre e historia mística. Es el vórtice más grande que existe en el planeta. Este filo de espacio-tiempo nace en la desembocadura del río Viliui, en el río Lena, atraviesa Mongolia, para terminar en el desierto de Gobi, que hoy pertenece a China.

Teniendo en cuenta lo anterior, comienza a tener sentido todo lo dicho en los Himalayas durante miles de años, las leyendas del Tíbet o las narraciones de las ciudades perdidas, de Shamballa o Agartha de Helena Blavatsky

Cerca al lugar donde se inicia el vórtice de Shamballa, científicos han descubierto cúpulas y bases subterráneas gigantescas. Las investigaciones se han hecho con el mayor sigilo posible, sin deteriorar su estructura, pero alguna información se ha filtrado. Algunos han afirmado que son construcciones extraterrestres abandonadas. Entonces, recordamos los escritos tibetanos e hindúes sobre las grandes comunidades de los vimanas, que existían en las estepas heladas más allá del templo sagrado de Gobi.

La historia de estos espacios perdidos de la memoria es increíble y se conecta con varios sitios y con varios mitos, en los que no se sabe en dónde está el límite entre la realidad y las simbologías.

La historia sagrada de Chang Shamballa o Agartha, la ciudad de luz en la que viven los magos, guías instructores, budas, cristos, ángeles y seres de fuego de las estrellas y, entre esto, la descripción hermosa del palacio de Kingóusi, también mencionado en las escrituras tibetanas como el templo de Kingóus, que es como una pequeña ciudad que tendría la misma configuración de nuestro sistema nervioso, y la máxima cúpula coincidiría con la cavidad cerebral del tálamo.

Los pergaminos tibetanos hablan de las ocho cámaras del templo central, rodeadas de pequeñas montañas. Las paredes son de láminas delgadas de oro y, en los bordes difusos, hay gemas lineales traídas. El hielo de las montañas que rodean el templo, tiene un fulgor especial por las lentes de los techos, nieves que son en parte materiales y en parte de eternidad.

Al mismo tiempo, los tibetanos hablan de la “gente veloz”, los guardianes que vienen de más allá de las montañas, es decir, del desierto de Gobi, que caminan a grandes saltos y que son tan rápidos como sus naves. De allí viene la mirada de amor de Gautama, el poder de Isa y la piel de oro de Babaji y de Mataji.

Las historias de Shamballa y de Agartha, y el poder del Samadi son maravillas de las dimensiones elevadas. Shamballa es la tierra de las aguas blancas, o de los espíritus radiantes, la ciudad de los pisos dimensionales, parte astral en la superficie y parte espiritual en el aire. Shamballa es el centro corazón de la Tierra, conectado con la tierra hueca astral y con las entradas polares de las tules. Los tibetanos y Blavatski se quedaron cortos cuando hablaron de Agartha y de Gobi.

 

 


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