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Hiperbórea polar

Publicado en05/04/2018

El tiempo lo borra todo y esto lo vemos claramente en la historia de la humanidad, queno es más que un relato contado a medias, por olvido o convicción.

El tiempo lo borra todo y esto lo vemos claramente en la historia de la humanidad, queno es más que un relato contado a medias, por olvido o convicción.

En India, hace más de 150 años, nació un sabio maravilloso que ayudó de primera mano a Gandhi en la liberación de la nación y su nombre era Bal Tilak. Este genio matemático fue periodista, político y un completo experto en idiomas; sabía hablar perfectamente el alemán, el inglés y el lituano, pero además era un experto en sánscrito y escritura devanagari gracias a su también sabio padre. Tilak fue un experto en literatura védica, porque adicionalmente también entendía Prácrito, Marathí y Sauraseni, lenguas muertas como el latín.

Con todo su bagaje, Tilak dedicó su vida al estudio de de las migraciones indo-europeas y sus lenguas e ideó una forma de analizar estas migraciones a través de las evoluciones del idioma. Desde muy joven comenzó esta investigación y, tras mucho análisis y comparación, llegó a la conclusión que tanto el persa, como el cingalés, el romaní y el sánscrito vienen de una misma fuente. Descubrió que las letras devanagari tienen un profundo origen rúnico.

Con estos descubrimientos continuó con su investigación inclinándola a hacer el vínculo de ese origen común con las tierras polares de Europa, llegando a analizar la cultura Celta y Vikinga, en lugares tan remotos como Islandia y Groenlandia. A lo largo de su investigación, estudió los vedas, el Avesta y la tradición persa antigua, todo con el fin de encontrar el origen primario de las viejas civilizaciones euro-asiáticas.

Fue Tilak quien dijo por primera vez que Hiperbórea estaba situada en la tierra misteriosa del Polo Norte, que en otro momento habría tenido otro clima y que habría sido un territorio habitado por seres supremamente especiales. Entendió que estos seres migraron hacia territorios más sureños, hacia islas de la Atlántida, que hoy en día ya no existen, para luego migrar a tierras más cálidas. Fue entonces que nacieron los vedas, los persas, los celtas y germanos. Estos conocimientos ya se han validado por la ciencia, confirmando que el grupo de lenguas de estos antiguos pueblos tienen raíces mutuas, todas son indo-europeas.

En el siglo XX otras grandes naciones continuaron la investigación de Hiperbórea, esa misteriosa tierra perdida en la memoria de las edades, de la que solo queda noticia en los libros sagrados y en las crónicas de migraciones, y siempre llegaron a la misma conclusión.

Hiperbórea fue un continente ártico que existió mucho antes del cascarón de hielo que conocemos ahora y un elemento muy curioso de su origen es la variedad de nombres con la que se refieren a esta tierra en las diferentes narraciones sagradas: La Isla del Tiempo del Sol, la Tierra de la cueva o del hueco, la Montaña de la luz del Origen, la Isla del resplandor verde, la Tierra del centro supremo o el Paraíso ártico de los túneles; entre los persas Hiperbórea en el Polo se conocía como el Erian Vei o la tierra del nacimiento de los Arios iluminados, era el Shveta Vipa o la tierra a la que llegó el ser azul.

En narraciones pre-védicas se habla de un ser todopoderoso, un ser perfecto que descendió de los carros solares, gigante y de piel azul, que dominaba los elementos y el cielo. Se dice que este ser encarnaba en las civilizaciones que quería y que inclusive encarnaba en animal para ayudar a las especies inferiores. Se habla de él como el ser de piel azul que ocupaba el trono de la Isla blanca.

Esta narración coincide a la perfección con la mitología vikinga de Asgard y se repite también en narraciones antiquísimas persas, hindúes y nórdicas. En la historia sagrada alemana, aunque muchos lo olviden, también se habla de la ciudad de los bordes de entrada, conocida como Midgard, y en medio de ella se encontraba la grieta de Asgard, la tierra flotante o isla evanescente.

Este tema de Hiperbórea es extenso y abre las puertas para hablar de otras tradiciones, para hablar de los Lapones, de los chamanes del ártico o de los paraísos boreales del tiempo dorado, donde las almas reencarnaban con los sentidos despiertos. Tendremos entonces que hablar de Asgard, la tierra del anciano majestuoso que puede ser Odín o el mismo Papá Noel, o de la tierra sagrada de Tule, de la que hablan hindúes, cingaleses y tibetanos, tierra que hoy día es Islandia.


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