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La timidez: un defecto muy común

Publicado en28/11/2017 Por

El origen de las guerras, de las equivocaciones y de los defectos es la mente; pero, a pesar de que muchos la entienden como algo negativo y horrible, la mente en sí es maravillosa, es hermosa y poderosa; es un cuerpo nuestro que puede llegar a ser crístico.

El origen de las guerras, de las equivocaciones y de los defectos es la mente; pero, a pesar de que muchos la entienden como algo negativo y horrible, la mente en sí es maravillosa, es hermosa y poderosa; es un cuerpo nuestro que puede llegar a ser crístico.

Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, la mente trabaja de forma negativa, pero la solución no es desecharla o ignorarla, debemos limpiarla, transformarla y llenarla de luz.

Debemos entender que, al morir, nuestra mente no lo hace como el cuerpo físico, sino que de manera inconsciente carga con tendencias y recuerdos de encarnaciones pasadas, con defectos desarrollados en otras vidas. A esto se le suma una carga genética por karma, que a la vez se une con el medio en el que nos movemos y con las personas que nos rodean.

El resultado de la unión de todos estos factores es el desarrollo de la personalidad, de los defectos y de las virtudes. En este proceso evolutivo los defectos crecen y se hacen fuertes, luchan con nosotros y se transforman. Los humanos han querido calificar, analizar y cuantificar los defectos, pero es una tarea difícil, pues cada defecto es particular y exclusivo de cada individuo.

El miedo es uno de los defectos más difíciles de afrontar, existe miedo a todo, principalmente al cambio o a la pérdida. Es aquí donde nace la timidez, el miedo a salir de nuestra zona de confort, donde nos sentimos seguros; pero también es el miedo al escrutinio público, a la crítica o atención ajena. Existen elementos en la conciencia, pero también otros en la inconciencia que nos llevan a la inseguridad, perdiendo así el control y la autodeterminación.

La timidez contiene el menosprecio, la baja autoestima y complejos de inferioridad, que se forjan desde niños, en la crianza y demás aspectos del diario vivir. El niño observa patrones de comportamiento y entiende aquellos estímulos frente a las circunstancias de la vida. La timidez se forma por la indiferencia de los padres o modelos por seguir que, en vez de comentar sobre las distintas opciones o análisis de un problema, lo ignoran y optan por proveer a los hijos de objetos materiales. Los padres debemos ser un punto de apoyo en el desarrollo de nuestros hijos, siendo impulsadores, educadores y estimuladores.

Solución a la timidez

Transformar el defecto de la timidez no es tarea fácil, pues es una fuerza mental que nos roba fuerza y energía, que nos agota. El tímido suele sufrir de aumento de las pulsaciones, sudor excesivo y confusión, siente una verdadera tortura con la que se paraliza y se anula. A esto se le suma la actitud del interlocutor o de la audiencia.

La solución está en nosotros mismos, en enfrentar a quienes nos oyen y nos miran. El tímido debe meditar mucho en su problema, debe escribirlo, ser consciente del momento en el que se manifiesta y por qué se manifiesta continuamente. Debe imaginarse que se encuentra ante un auditorio y analizar quiénes lo oyen, qué actitud tienen, cómo se comportan, qué caras hacen. En los auditorios siempre están los que hacen mala cara, los que asienten, los que están de acuerdo con el conferencista, los indiferentes, los que ríen, los que desconfían, los que no están muy convencidos, etc.

Existe un sinnúmero de técnicas y consejos para sobrellevar la timidez, pero la única solución contundente a nuestra propia inseguridad interior es la meditación. Debemos cerrar los ojos y concentrarnos con determinación en el defecto, debemos enfrentarlo y autopresionarnos para desterrar de nuestra mente esta inseguridad.

Existen plantas, vapores y otras ayudas naturales que pueden propiciar un ambiente ideal para este tipo de meditaciones, pues son aromas fuertes que organizan la energía mental y despejan el camino para la meditación, pero estas no son una cura mágica.

La transformación de los defectos es una lucha constante y diaria que debemos hacer cada uno de nosotros. Cerrando los ojos, debemos crear la seguridad que necesitamos, reafirmándonos en nuestras capacidades, conocimientos y bondades. Este positivismo mental es el método más efectivo para transformar la timidez y la inseguridad.


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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