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El poder mental en nuestro día a día

Publicado en20/06/2018

Antes de hablar del poder mental, debemos entender la maravillosa y verdadera capacidad de nuestra mente: un regalo divino hecho por Dios para nuestro servicio, es como un castillo espléndido, lleno de riqueza, arte y magnificencia; tiene grandísimas recámaras, espacios enormes y lugares secretos; es un palacio lleno de luz y poder.

Antes de hablar del poder mental, debemos entender la maravillosa y verdadera capacidad de nuestra mente: un regalo divino hecho por Dios para nuestro servicio, es como un castillo espléndido, lleno de riqueza, arte y magnificencia; tiene grandísimas recámaras, espacios enormes y lugares secretos; es un palacio lleno de luz y poder.

La mente puede convertirse en todo aquello que necesitamos para nuestro servicio cuando llega a ese punto exacto de sintonía con nuestro trabajo y conciencia.

Recordemos el maravilloso relato de ‘Las mil y una noches’, donde cada cuento tiene un trasfondo esotérico bellísimo, particularmente el de Aladino. En este relato, el protagonista, su lámpara mágica y el genio representan la mente que trasciende el cuerpo y crea en la tercera dimensión elementos basados en la idea divina. Aladino simboliza el íntimo ‘Alá-dino’, que frota el estado inferior humano y despierta la conciencia en el mundo mental, entonces, nacen las maravillas de la creación: el alma se convierte en manejadora, dueña y señora de los elementos.

Si nosotros, con trabajo y conciencia, limpiamos nuestro castillo mental y desterramos los defectos que ensucian y desordenan nuestro palacio, veremos el verdadero lujo y exuberancia de nuestra residencia mental.

En la Biblia, Jesús arroja a los mercaderes de su palacio, y en famosos cuentos alemanes los vagos son convertidos en ayudantes del oficio casero.Todos estos son ejemplos de la transformación del ego, de la transformación de la energía grosera en energía fina y veraz.

La manifestación del poder mental crece de forma directa con el trabajo sicológico y puede manifestarse de diversas formas (siempre desplazándose a través de la luz astral). La velocidad de la mente y su poder es indescriptible. ¿Cuántas veces hemos oído a un amigo decir que estaba pensando en nosotros cuando contesta nuestra llamada, o tantos hermanos que de un momento a otro piensan exactamente lo mismo? Es alucinante.

El poder mental puede ser una ayuda muy importante para la humanidad y para nuestros seres queridos. Muchos son los ejemplos de familias en las que la violencia intrafamiliar es un gravísimo problema, y en donde el alcohol o las drogas empeoran las situaciones y llevan a emergencias graves. Es en estos momentos cuando, junto a quienes nos acompañan, debemos calmarnos y, con la mente serena, desde un lugar cercano a la persona que está siendo violenta, decir mentalmente: “Usted está en calma y se va a descansar ahora. Usted siente sueño y cansancio. Usted está sin fuerzas, la fatiga lo obliga a aquietarse. Por el poder de Cristo, no hable; por el poder de Cristo, no camine; por el poder de Cristo, descanse”.

Cuantos más sean aquellos que practiquen el poder mental, mayor será el efecto. Cuando la persona haya salido de su estado de violencia, con calma, háblele, y lleguen a acuerdos mutuos.

El poder mental también es útil en momentos cuando se están por presentar conflictos, cuando el ego, el resentimiento, el odio o la envidia llegan y transforman a algún integrante del grupo. Entonces, con convencimiento y calma, debemos repetir mentalmente: “Ya todo ha pasado, no sirve de nada el conflicto; hagan las cosas de otro modo. Todo está en paz, calmado, normal. Que cese toda violencia en el nombre del Cristo”.

Este poder mental no solo sirve con los demás, sino con nosotros mismos. Si identificamos que tenemos un defecto que nos está impidiendo avanzar, debemos buscar un espacio tranquilo, hacer un sahumerio y, sentados cómodamente, conectar las yemas de los dedos pulgar y corazón. Luego, cerramos los ojos con suavidad y nos decimos mentalmente: “Mi ser es grande. La fuerza crística de mi ser habita en mí. No temo a nada, nada me es difícil. He heredado la energía de mi Padre celestial. No soy la pereza, no soy la vergüenza, no soy el pasado, no soy el pecado. Vivo el presente de la luz de mi espíritu que me impulsa hacia la felicidad, el éxito, la espiritualidad y la inteligencia. Vivo perfecto, trabajo perfecto, estudio perfecto, amo perfecto. Soy la viva imagen del Cristo latente que habita en mi corazón”. Haciéndolo todos los días, esto ayuda especialmente a eliminar los sentimientos de autocompasión, inseguridad y vergüenza.

Practicándolas con constancia, estas formas de poder mental son increíbles y efectivas. Siempre seremos oídos y siempre tendremos éxito.

 


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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