Maestro espiritual actual

Para no caer en este engaño, tengamos en cuenta ciertas cosas. La primera, y más importante: un maestro espiritual jamás lo obligará a hacer algo, mucho menos si hace que se sienta incómodo o que lo ponga a usted o a un tercero en riesgo.

Un maestro espiritual es un cúmulo de ejemplo y sabiduría. De esta persona solo saldrán pautas, siempre apegadas a las leyes de la naturaleza, que son claras y perfectas.

Un maestro espiritual jamás será exhibicionista de sus poderes. Esta persona entiende que saber, hacer, ver y oír cosas extraordinarias, no son más que efectos secundarios de quien ha tomado el camino de la evolución.

Sabe, así mismo, que estos poderes nunca deben ser considerados una meta. Hay ejemplos de personas clarividentes que se han encantado con sus facultades y por tal razón frenaron su impulso o fuerza evolutiva.

Es necesario reconocer a los seres iluminados, solo así estaremos seguros de recibir una guía justa y equilibrada. Un maestro nunca amenaza ni obliga a cometer un acto y menos si con esto violenta el equilibrio natural.

Ahora bien, ¿es realmente necesario tener un maestro espiritual? Frente a esta incógnita hay todo tipo de discusiones filosóficas.

Hay quienes argumentan que no es realmente necesario y que ha habido seres extraordinarios que han logrado la iluminación solamente con la guía de su ser interior. Sin embargo, estos seres son la excepción, no la regla.

En este sentido, el maestro espiritual es importante para iniciar el camino; sus enseñanzas son el punto de partida con el cual emprendemos la carrera de la evolución.

El encuentro del discípulo con el maestro ocurre de forma curiosa y misteriosa. Los seres crísticos de los mundos paralelos, u otras dimensiones, determinan el momento exacto en el que una persona debe conocer el conocimiento oculto de la verdad, que puede ser a través de un libro, un comentario o un hecho curioso, entre muchos otros recursos.

La verdad es un punto en el tiempo-espacio y, cuando nos llega la hora de recibirla, tenemos que tomar inmediatamente el camino, sin importar nuestra condición, seamos príncipes o mendigos, doctores o iletrados; es asunto del corazón, es un asunto interno, no intelectual.

Debemos convertirnos en verdaderos catadores de sabiduría y reconocer en el amor de los seres iluminados el objetivo de la gran misión a ellos encomendada: la evolución.

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